sábado, 23 de mayo de 2015



EL DOCENTE EN LA SOCIEDAD

REFLEXIÓN SOBRE LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA EN EL CONTEXTO ACTUAL_MARIA GANDIA


Cuestionarnos la manera de aprender y de enseñar de una manera más profunda, invitándonos a pensar sobre nuestro papel en la enseñanza es muy importante, ya que llegas a darte cuenta de los diversos pre conceptos que tenemos de ella, llegando a observarlos en el día a día.
 Todos buscamos métodos, técnicas para poder transmitir de mejor modo conocimientos y valores, estos recursos son imprescindibles pero hay que ir más allá de ellos. Nosotros, los educadores, tenemos el deber de plantearnos qué hacemos, y enfocar la educación hacia la pedagogía desde el psicoanálisis.
 El diálogo entre dos personas es un paso para el aprendizaje de ambos, para ello tiene que existir algo primordial, el respeto que estas personas tienen que tener una hacia la otra, comprender lo que se quieren exponer o explicar, llegando a un acuerdo previo, así aunque tan sólo sea en un momento fugaz del diálogo, estarán los dos de acuerdo en algo.
 A partir de ahí podremos estar más o menos de acuerdo con nuestro pensamiento o  razonamiento, pero comienza un debate o discusión que nos hará pensar sobre la posición que teníamos anteriormente y tener la posibilidad de cambiarla o ampliarla a través de los conocimientos y perspectivas que expone la otra persona. Una vez finalizado el diálogo podremos obtener un aprendizaje del tema tratado.
 Todo diálogo lleva implícito una serie de ideas preconcebidas. Tenemos una cultura y unos márgenes dictados por la sociedad en que vivimos, estos factores intervienen en los contenidos y sin darnos cuenta modifican nuestro aprendizaje y nuestra manera de enseñar. Nos hacen tener preconceptos de las cosas aprendidas y que tenemos por aprender. Parece que vivimos en una sociedad en la que no nos podemos salir de un marco establecido y tendemos todos hacia la igualdad de enseñanza y aprendizaje. Quizás, una igualdad y unas etiquetas ideadas para no salirnos de una estructura con una finalidad en concreto, sólo para el placer de unos pocos alejándose del bien común y de ese modo, la mayoría de nosotros nos conformamos con una sociedad de
“entretenimiento”.

 Esto presenta una dificultad para la educación y es donde los educadores han jugado un papel en contra, hoy en día tienen la suerte de, siendo conscientes de la situación, poder cambiar ese estereotipo y realizar nuevas corrientes de enseñanza. Bien es cierto que el currículo lo marca la política del momento y los académicos sólo lo redactan, pero no deja de ser un mero documento para el alumno, unos meros conocimientos expuestos para el aprendizaje y no serían los principales para la enseñanza. En el papel del profesor es donde realmente se recogería la esencia de la transmisión de conocimientos, ya que se sitúan en el último eslabón de la cadena hasta los alumnos. En sus manos está la posibilidad de cambiar esa percepción que se tiene.


 También hay que tener en cuenta que una vez transmitidos los conocimientos, la persona puede pensar, debatir y sacar sus propias conclusiones, no está sujeto a marcos, miedos ni prohibiciones. Nos encontramos con un diálogo en el que el espectador es el responsable de completar esos conocimientos a través de sus vivencias anteriores, su memoria y sobre todo su libre imaginación. De esta forma el alumno puede, con los conocimientos aprendidos, aplicarlos de una forma distinta. Así pues, por mucho que un profesor intente transmitirte unos conocimientos, éstos no serán del todo aprendidos como él los transmite ni los suyos serán realmente como se los enseñaron a él. En todos nosotros existe un factor que nos influye y que nos hace entender las cosas de maneras distintas.
De este modo cada alumno se construirá su propio currículo.

 Bien es cierto, que los distintos educadores deberían de ser conscientes de que existen fórmulas que animan y facilitan su recepción, y favorecer procedimientos más activos por parte de los alumnos. En las aulas es necesario una transmisión de conocimientos del profesor al alumno y viceversa, pero también debe existir un diálogo que rompa la unidireccionalidad del mensaje, creando, por el contrario, un debate y comentarios en grupo, convirtiendo la comunicación lineal y vertical en una comunicación socializada y horizontal.


 Hoy en día, nos encontramos con un intento de globalización, intentamos una sociedad global pero no tenemos lo más importante, una consideración moral. 

 La educación no consiste en una simple enseñanza de conocimientos, sino que precisamos un amplio abanico de capacidades sociales e interpersonales, necesitamos formarnos también como personas. La enseñanza que se está trasmitiendo consiste, parafraseando a Hargraves, (Hargreaves, 2003), en una preferencia de la inteligencia al saber, lo rápido y ágil a lo sensato y justo; en la que los niños se convierten en modelos de un estilo de vida para sus padres, en vez de que los padres sean ejemplos morales para sus hijos. Esta frase nos invita a pensar más allá de la educación pública que ofrece el valor del dinero, para asegurar que también promueva valores eternos, valores de comunidad, democracia, humanitarismo e identidad cosmopolita.


Un docente se dedica a enseñar más allá de un simple currículo, más allá de impartir clases o realizar exámenes y tareas. A parte de transmitir conocimientos, también aporta valores y enseñanzas morales. Un buen docente es quien sabe encontrar la perfecta conexión entre ambas. Se necesitan personas preparadas no sólo intelectualmente, por ello se habla que los docentes son personas que realmente disfrutan de su trabajo, con vocación y que ven en la educación algo más que un simple aprendizaje de conocimientos.
   

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